El vestido de terciopelo: Una exploración de la decadencia y el absurdo en la literatura argentina

El vestido de terciopelo: Una exploración de la decadencia y el absurdo en la literatura argentina

Silvina Ocampo, nacida en Buenos Aires en 1903 y fallecida en 1993, es una de las voces más destacadas de la literatura argentina del siglo XX. Reconocida tanto por su poesía como por su prosa, Ocampo se convirtió en una figura central del movimiento surrealista y fantástico en Argentina. Su asociación con otros escritores de renombre, como su marido Adolfo Bioy Casares y su cuñado Jorge Luis Borges, así como su contribución a la revista literaria Sur, la sitúan firmemente en la vanguardia literaria de su época.

Si bien la obra de Ocampo a menudo ha sido ensombrecida por la de sus contemporáneos masculinos, en los últimos años ha habido un interés renovado en su trabajo.

El cuento «El vestido de terciopelo«, publicado en su libro «La furia» en 1959, es un ejemplo emblemático de su estilo narrativo único y su habilidad para explorar temas de identidad, mortalidad y alienación. En él Ocampo cuenta la historia de una mujer que se obsesiona con un vestido de terciopelo, lo que desemboca en un resultado fatal y absurdo para ella.

Personajes

El cuento se estructura en torno a tres personajes: Casilda, una niña y la señora Cornelia Catalpina.

Casilda: Como modista, Casilda es un personaje práctico y solícito que busca complacer a su clienta, a pesar de las dificultades. Su papel en la historia puede interpretarse como una representación de las clases trabajadoras que sirven a los ricos.

La joven acompañante: La narradora y la observadora de la historia, que a menudo repite la frase «¡Qué risa!», presenta una mirada inocente pero también irónica a los eventos. A pesar de su juventud, muestra una aguda consciencia del absurdo de la situación.

Señora Cornelia Catalpina: La señora Catalpina es una figura adinerada y extravagante. Su lucha con el vestido puede interpretarse como una metáfora de la decadencia y la obsesión de la burguesía con la estética y las apariencias. Su obsesión para estar a la moda, a pesar de la incomodidad y el malestar físico que le causa, refleja la crítica de Ocampo a las obsesiones materiales y superficiales de esa clase social.

Interpretación:

«El vestido de terciopelo» se puede ver como una crítica mordaz a la sociedad burguesa de su época y su obsesión con las apariencias y los bienes materiales. A través del destino trágico y absurdo de la señora Catalpina, Ocampo cuestiona las prioridades y valores de la clase alta, mostrando cómo su obsesión con los bienes materiales puede convertirse en una trampa mortal, una «cárcel» para su ego. Un vestido, que debería ser un símbolo de lujo y estatus, se convierte en una herramienta de destrucción, demostrando cómo los objetos de deseo pueden volverse contra nosotros.

Además, la risa recurrente de la niña, que puede parecer desconcertante o inapropiada en el contexto de la historia, sirve para subrayar la naturaleza absurda y grotesca de la situación. Ocampo utiliza este dispositivo para destacar la incongruencia entre las apariencias superficiales y la realidad subyacente de la vida y la muerte.

Finalmente, la posición de Casilda, atrapada entre el mundo de la niña y el de la señora Catalpina, ofrece una visión de la complicada relación entre las clases sociales en Argentina durante el período en que Ocampo escribió. Casilda, que es parte integral de la creación de la fachada de la burguesía, al mismo tiempo se distancia emocionalmente de ella, como se evidencia tanto en su protesta contra la elección de usar terciopelo en lugar de otro material más adecuado, como en la reacción que exterioriza ante el destino de la señora Catalpina.

En resumen, «El vestido de terciopelo» es un cuento que muestra la habilidad de Silvina Ocampo para explorar temas complejos de clase, género y mortalidad a través de un lente absurdo y surrealista. Su crítica mordaz a la obsesión materialista de la sociedad se mantiene relevante en la actualidad, y su habilidad para presentar estas ideas a través de una prosa elegante y evocadora asegura su lugar en el canon de la literatura argentina y latinoamericana.

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