Jorge Luis Borges: La casa de Asterión. Resumen y análisis

Jorge Luis Borges - La casa de Asterión. Resumen y análisis

Sinopsis: La casa de Asterión es un cuento de Jorge Luis Borges, publicado en 1947 en Los Anales de Buenos Aires y luego incluido en El Aleph (1949). Narra la vida de Asterión, un ser solitario que habita una casa inmensa y laberíntica. Desde su perspectiva, defiende su aislamiento y describe sus juegos, sus pensamientos y la extraña arquitectura de su hogar, donde cada pasillo parece repetirse infinitamente. A pesar de su aparente libertad, Asterión anhela la llegada de un redentor que ponga fin a su soledad, sin comprender del todo el significado de su destino.

Jorge Luis Borges - La casa de Asterión. Resumen y análisis

Advertencia

El resumen y análisis que ofrecemos a continuación es sólo una semblanza y una de las múltiples lecturas posibles que ofrece el texto. De ningún modo pretende sustituir la experiencia de leer la obra en su integridad.

Resumen de La casa de Asterión de Jorge Luis Borges

Asterión, el protagonista del cuento, narra en primera persona su vida dentro de una casa inmensa y laberíntica que, según él, es única en el mundo. Se defiende de las acusaciones de soberbia, locura y misantropía asegurando que su casa siempre está abierta para quien desee entrar. Sin embargo, a pesar de esta afirmación, vive completamente solo. Explica que, aunque podría salir, lo evita porque el mundo exterior y sus habitantes le inspiran temor y repulsión. En una de sus escasas incursiones fuera de su morada, la gente reaccionó con pánico ante su presencia, refugiándose o intentando atacarlo, lo que refuerza su convicción de que no pertenece a ese mundo.

Para combatir el tedio, Asterión recorre incansablemente su casa, corre por los pasillos hasta marearse, se deja caer desde las azoteas y juega a esconderse en la sombra de los corredores. Su soledad lo lleva a inventar un juego en el que imagina a otro Asterión con quien dialoga y a quien le muestra las distintas partes de la casa, aunque a veces se confunde con la disposición de los espacios, lo que les provoca risas. También reflexiona sobre la naturaleza de su hogar y llega a la conclusión de que la casa es el mundo mismo, ya que todo parece repetirse infinitamente en su interior: hay numerosos patios, aljibes y pesebres idénticos. Sin embargo, reconoce que hay dos cosas que parecen existir solo una vez: el sol y él mismo. En un momento de divagación, se pregunta si acaso él mismo ha creado la casa, las estrellas y el sol, aunque no lo recuerda.

Asterión menciona que cada nueve años recibe la visita de nueve hombres, a quienes «libera de todo mal». Sin necesidad de violencia aparente, los aniquila sin derramar sangre y deja sus cuerpos en el lugar donde han caído. No sabe quiénes son ni de dónde vienen, pero recuerda que uno de ellos profetizó la llegada de un redentor, alguien que vendría a liberarlo de su existencia solitaria. Desde entonces, vive con la esperanza de su llegada y se pregunta cómo será su redentor: ¿será un toro, un hombre o algo similar a él?

El cuento culmina con un cambio abrupto de perspectiva. La narración en primera persona de Asterión es reemplazada por un diálogo entre Teseo y Ariadna, en el que el héroe comenta, sorprendido, que el Minotauro apenas se defendió al ser asesinado. Así, el relato revela que Asterión es, en realidad, el Minotauro de la mitología griega, encerrado en el laberinto y esperando su destino.

Personajes de La casa de Asterión de Jorge Luis Borges

Asterión es el protagonista y narrador del cuento. Su voz nos guía a través de su mundo interior y nos presenta su existencia en la inmensa y laberíntica casa en la que habita en completa soledad. Desde el principio, percibimos una mezcla de arrogancia y vulnerabilidad en él. Se defiende de quienes lo acusan de soberbia y misantropía alegando que su casa está abierta a todos, aunque en la práctica nadie entra ni se queda con él. Su percepción del mundo está marcada por una lógica propia, en la que la repetición y la inmensidad de su hogar reflejan su aislamiento y su incapacidad para comprender la realidad exterior. Se entretiene con juegos infantiles y solitarios, imaginando la presencia de otro Asterión para paliar su soledad. A pesar de su aparente autosuficiencia, en el fondo anhela una compañía real y aguarda la llegada de su redentor, quien, según una profecía, vendrá a liberarlo. Sin embargo, su comprensión de esta liberación es ambigua, ya que no parece prever su propia muerte. Su carácter inocente y su forma de narrar su mundo con un tono casi infantil contrastan con su brutal tarea de matar a los hombres que entran en la casa cada nueve años, una tarea que realiza con una serenidad inquietante, como si se tratara de un rito más dentro de su existencia cíclica y monótona. La revelación final del cuento nos muestra que Asterión es el Minotauro, y su perspectiva nos permite verlo no como un monstruo, sino como un ser condenado a la soledad y a un destino que él mismo no comprende del todo.

Teseo aparece solo al final del relato, pero su presencia es fundamental. Es el héroe que pone fin a la vida de Asterión, cumpliendo la profecía del «redentor» que el Minotauro esperaba sin comprender su verdadero significado. Su única línea de diálogo —«El Minotauro apenas se defendió»— sugiere su sorpresa ante la pasividad de su enemigo, lo que refuerza la idea de que Asterión nunca fue realmente un monstruo sanguinario, sino una criatura solitaria y resignada a su destino. Teseo representa la mirada externa que define a Asterión como el Minotauro de la mitología griega, proporcionando al lector la clave para reinterpretar toda la historia.

Ariadna es mencionada brevemente al final del cuento. No tiene un papel activo, pero su presencia refuerza la mitología subyacente en la historia. En la tradición griega, Ariadna ayuda a Teseo a encontrar la salida del laberinto con el famoso hilo, lo que implica que, en cierto modo, ha contribuido a la muerte de Asterión. Aunque Borges no le da voz ni protagonismo en el cuento, su mención añade una dimensión trágica al relato, pues recuerda que los acontecimientos narrados obedecen a un destino ya trazado por la mitología.

Los hombres que entran en la casa cada nueve años cumplen una función simbólica en la historia. Asterión los ve como figuras sin identidad, como presencias que llegan solo para ser eliminadas en una ceremonia cuyo sentido él mismo no cuestiona. No parecen resistirse ni enfrentarlo, y uno de ellos, en su agonía, pronuncia la profecía sobre el redentor, introduciendo el tema del destino que da sentido a la espera de Asterión. Aunque son personajes anónimos y secundarios, su presencia subraya la condena del Minotauro: una existencia repetitiva y absurda en la que solo puede cumplir el papel que le ha sido asignado sin entender su significado.

Finalmente, la reina, madre de Asterión, solo aparece mencionada al inicio, en la cita de Apolodoro que introduce el cuento: «Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión». Esta mención es suficiente para establecer el origen noble del protagonista y su conexión con la mitología griega, donde la reina Pasífae es la madre del Minotauro. Aunque su papel en el cuento es mínimo, su existencia refuerza la idea de que Asterión pertenece a un linaje real, lo que acentúa su separación del mundo común y su destino trágico.

Comentario y análisis de La casa de Asterión de Jorge Luis Borges

La casa de Asterión es un cuento que juega con la percepción del lector y construye una narración enigmática que solo se revela en su último párrafo. Borges nos introduce en la mente de Asterión, un personaje que habla con convicción sobre su mundo, sin que en un primer momento podamos comprender del todo quién es ni dónde se encuentra. Su discurso, impregnado de arrogancia, ingenuidad y melancolía, nos lleva a recorrer con él los pasillos de su inmensa casa y a compartir su soledad sin que sospechemos la verdadera identidad que se esconde tras su voz. A medida que avanza el relato, el lector se ve atrapado en un espacio indefinido que parece extenderse hasta el infinito y que, sin embargo, es también una prisión. La revelación final transforma todo lo que hemos leído: Asterión no es un hombre, sino el Minotauro del mito griego, y su casa es el laberinto de Creta.

Uno de los aspectos más llamativos del cuento es la manera en que Borges utiliza la perspectiva del protagonista para subvertir la imagen tradicional del Minotauro. En la mitología clásica, el Minotauro es representado como un monstruo violento que habita en el centro del laberinto y que es derrotado por el héroe Teseo. Sin embargo, en el relato de Borges, el monstruo es un personaje trágico, atrapado en su propia existencia e incapaz de entender su destino. Asterión no es una bestia sanguinaria, sino una criatura solitaria, incomprendida, que vive en un mundo que no ha elegido y que no termina de comprender. Su descripción de su casa como un espacio sin límites, lleno de repeticiones, da la impresión de un universo sin sentido, donde cada lugar es idéntico al anterior y donde el tiempo parece no avanzar. Su soledad es tal que inventa juegos para distraerse, se imagina la presencia de otro Asterión y espera la llegada de su redentor sin saber realmente qué significa eso.

El cuento también invita a reflexionar sobre la percepción y la identidad. Asterión se describe a sí mismo con una mezcla de orgullo y vulnerabilidad: se siente distinto a los demás, menciona su linaje real y desprecia la vida de los hombres comunes, pero al mismo tiempo siente miedo del mundo exterior y es incapaz de comunicarse con los demás. Su visión del mundo está distorsionada por su aislamiento; no entiende la función de su encierro ni la razón por la que la gente le teme. Cuando habla de los nueve hombres que entran en su casa cada nueve años, dice que los «libera de todo mal», lo que sugiere que ni siquiera es consciente de que los está matando. Su perspectiva es tan ajena a la de los demás que no comprende el significado de sus propias acciones. Esta desconexión se refuerza con la revelación final: Asterión nunca supo que su redentor era, en realidad, su verdugo.

Borges construye el relato con una precisión en el uso de las palabras y un manejo magistral de la ambigüedad. A lo largo del cuento, deja pistas sutiles que solo adquieren sentido cuando llegamos a la última línea. La imagen del laberinto, la referencia a los sacrificios humanos, la obsesión de Asterión por la repetición y su percepción distorsionada del mundo son elementos que, al ser releídos, encajan como piezas de un rompecabezas. La manera en que está narrado también contribuye a su impacto: el uso de la primera persona nos hace sentir cercanos a Asterión, nos introduce en su mente y nos permite verlo como un ser humano antes de descubrir su verdadera naturaleza.

Más allá de su valor literario, el cuento tiene una dimensión filosófica que invita a múltiples interpretaciones. La idea del laberinto como símbolo de la existencia, la percepción distorsionada de la realidad, la soledad como condena y el destino inevitable son temas que recorren el relato. Asterión es un personaje atrapado en su propia mente, incapaz de ver el mundo de otra manera y que espera algo sin saber qué. Su destino ya está escrito, pero él nunca lo entiende. En este sentido, el cuento sugiere que, a veces, el peor castigo no es la muerte, sino la incomprensión absoluta de la propia existencia.

La casa de Asterión es un cuento que transforma una historia clásica en una reflexión sobre la identidad, la soledad y el destino. Borges juega con la perspectiva del lector para mostrarnos al Minotauro desde dentro de su laberinto, no como un monstruo, sino como un ser trágico, un prisionero de un mundo sin sentido. La última línea cambia por completo nuestra comprensión del relato y nos obliga a repensarlo desde una nueva luz. Es un cuento que nos invita a cuestionarnos qué significa ser libre, qué significa ser prisionero y hasta qué punto nuestra percepción de la realidad puede estar limitada por la manera en que vemos el mundo.

Jorge Luis Borges - La casa de Asterión. Resumen y análisis
  • Autor: Jorge Luis Borges
  • Título: La casa de Asterión
  • Publicado en: Los anales de Buenos Aires (1947)
  • Aparece en: El Aleph (1949)

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