Oscar Wilde: El niño-estrella
A la señorita Margot Tennant Había una vez dos pobres leñadores que volvían a su casa a través de un gran pinar. Era invierno, y hacía una noche de intenso
A la señorita Margot Tennant Había una vez dos pobres leñadores que volvían a su casa a través de un gran pinar. Era invierno, y hacía una noche de intenso
Una mañana la vieja rata de agua asomó la cabeza por su madriguera. Tenía unos ojos redondos muy vivarachos y unos tupidos bigotes grises. Su cola parecía una larga y
Todas las tardes, al volver del colegio, los niños tenían la costumbre de ir a jugar al jardín del gigante. Era un amplio y hermoso jardín, con un suave y
Dominando la ciudad, sobre una alta columna, se elevaba la estatua del Príncipe Feliz. Era toda dorada, cubierta de tenues hojas de oro fino; tenía, por ojos, dos brillantes zafiros,
Era el cumpleaños de la Infanta. Sólo contaba doce años de edad, y el sol brillaba en los jardines del palacio. Aunque era una Princesa de verdad y la Infanta
Una tarde, sentado en la terraza del Café de la Paix, contemplaba yo el esplendor y la miseria de la vida parisiense, y mientras tomaba mi vermut y reflexionaba sobre