Roberto Arlt: Las fieras

Roberto Arlt - Las fieras

«Las fieras» cuento de Roberto Arlt publicado en 1933, presenta la historia de un hombre que narra su decadencia moral y social en un entorno de corrupción y depravación. Rodeado de personajes marginales, en un ambiente prostibulario y criminal, el protagonista revela su proceso de descenso a los bajos fondos de la sociedad, donde se … Leer más

Roberto Arlt: Un error judicial

Roberto Arlt

De pronto, el señor Roeder, levantándose de entre el círculo de herederos que escudriñaban el semblante de la señora Grummer, exclamó: —Sí, ¡usted es la ladrona! La señora Grummer, una anciana de sesenta años, al escuchar a Roeder se echó a llorar. Las lágrimas corrían por su ruinoso rostro amarillo; pero el señor Roeder, impasible, … Leer más

Roberto Arlt: El cazador de orquídeas

Roberto Arlt

DJAMIL entró en mi camarote y me dijo: Señor, ya están apareciendo las primeras montañas. Abandoné precipitadamente mi encierro y fui a apoyarme de codos en la borda. Las aguas estaban bravías y azules mientras que en el confín la línea de montañas de Madagascar parecía comunicarle al agua la frialdad de su sombra. Poco … Leer más

Roberto Arlt: Ejercicio de artillería

Roberto Arlt

ESTA HISTORIA debía llamarse no «Ejercicio de artillería», sino «Historia de Muza y los siete tenientes españoles», y yo, personalmente, la escuché en el mismo zoco de Larache, junto a la puerta de Ksaba, del lado donde terminan las encaladas arcadas que ocupan los mercaderes de Garb; y contaba esta historia un «zelje» que venía … Leer más

Roberto Arlt: Acuérdate de Azerbaijan

Roberto Arlt

LOS DOS mahometanos se detuvieron para dejar paso a la procesión budista. Con un paraguas abierto sobre su cabeza delante de un palanquín dorado, marchaba un devoto. Atrás, oscilante, avanzaba el cortejo de elefantes superando con sus budas dorados cargados en el lomo, la verde copa de las palmeras. El socio de Azerbaijan, el prudente … Leer más

Roberto Arlt: Accidentado paseo a Moka

Roberto Arlt

CUANDO el «Caballo Verde» salió del puerto de Santa Isabel, el noble anciano, apoyado de codos en la pasarela del paquete, cargado de negros hediondos y pirámides de bananas, me dijo al mismo tiempo que miraba entristecido cómo la isla de Fernando Poo[1] empequeñecía a la distancia: —¡Cómo ha cambiado todo esto! ¡Cuánto! ¡Y de … Leer más