Emilia Pardo Bazán: El revólver. Cuento completo, resumen y análisis

Emilia Pardo Bazán - El revólver

«El revólver» de Emilia Pardo Bazán es un relato que explora los efectos devastadores del miedo y los celos en una relación matrimonial. La historia se centra en una mujer que, tras un año de matrimonio feliz, comienza a experimentar el cambio drástico en el comportamiento de su esposo, Reinaldo. Sus celos irracionales transforman su amor en una opresiva y constante amenaza, afectando profundamente la salud física y emocional de la protagonista. Ambientada en un balneario, la narradora escucha y relata esta inquietante confesión, destacando el impacto psicológico de vivir bajo una amenaza continua. Pardo Bazán utiliza un estilo evocador para ilustrar las complejidades del abuso emocional y la manipulación en el contexto de una relación íntima.

Emilia Pardo Bazán - El revólver

El revólver

Emilia Pardo Bazán
(Cuento completo)

En un acceso de confianza, de esos que provoca la familiaridad y convivencia de los balnearios, la enferma del corazón me refirió su mal, con todos los detalles de sofocaciones, violentas palpitaciones, vértigos, síncopes, colapsos, en que se ve llegar la última hora… Mientras hablaba, la miraba yo atentamente. Era una mujer como de treinta y cinco a treinta y seis años, estropeada por el padecimiento; al menos tal creí, aunque, prolongado el examen, empecé a suponer que hubiese algo más allá de lo físico en su ruina. Hablaba y se expresaba, en efecto, como quien ha sufrido mucho, y yo sé que los males del cuerpo, generalmente, cuando no son de inminente gravedad, no bastan para producir ese marasmo, ese radical abatimiento. Y notando cómo las anchas hojas de los plátanos, tocadas de carmín por la mano artística del otoño, caían a tierra majestuosamente y quedaban extendidas cual manos cortadas, le hice observar, para arrancar confidencias, lo pasajero de todo, la melancolía del tránsito de las cosas…

—Nada es nada —me contestó, comprendiendo instantáneamente que, no una curiosidad, sino una compasión, llamaba a las puertas de su espíritu—. Nada es nada…, a no ser que nosotros mismos convirtamos ese nada en algo. Ojalá lo viésemos todo, siempre, con el sentimiento ligero, aunque triste, que nos produce la caída de ese follaje sobre la arena.

El encendimiento enfermo de sus mejillas se avivó, y entonces me di cuenta de que habría sido muy hermosa, aunque estuviese su hermosura borrada y barrida, lo mismo que las tintas de un cuadro fino, al cual se le pasa el algodón impregnado de alcohol. Su pelo rubio y sedeño mostraba rastros de ceniza, canas precoces… Sus facciones habíanse marchitado; la tez, sobre todo, revelaba esas alteraciones de la sangre que son envenenamientos lentos, descomposiciones del organismo. Los ojos, de un azul amante, con vetas negras, debieron de atraer en otro tiempo; pero ahora, los afeaba algo peor que los años: una especie de extravío, que por momentos les prestaba relucir de locura.

Callábamos; pero mi modo de contemplarla decía tan expresivamente mi piedad, que ella, suspirando por ensanchar un poco el siempre oprimido pecho, se decidió, y no sin detenerse de vez en cuando a respirar y rehacerse, me contó la extraña historia.

—Me casé muy enamorada… Mi marido era entrado en edad respecto a mí; frisaba en los cuarenta, y yo sólo contaba diecinueve. Mi genio era alegre, animadísimo; conservaba carácter de chiquilla, y los momentos en que él no estaba en casa, los dedicaba a cantar, a tocar el piano, a charlar y reír con las amigas que venían a verme y que me envidiaban la felicidad, la boda lucida, el esposo apasionado y la brillante situación social.

Duró esto un año —el año delicioso de la luna de miel—. Al volver la primavera, el aniversario de nuestro casamiento, empecé a notar que el carácter de Reinaldo cambiaba. Su humor era sombrío muchas veces, y sin que yo adivinase el porqué, me hablaba duramente, tenía accesos de enojo. No tardé, sin embargo, en comprender el origen de su transformación: en Reinaldo se habían desarrollado los celos, unos celos violentos, irrazonados, sin objeto ni causa, y, por lo mismo, doblemente crueles y difíciles de curar.

Si salíamos juntos, se celaba de que la gente me mirase o me dijese, al paso, cualquier tontería de estas que se les dicen a las mujeres jóvenes; si salía él solo, se celaba de lo que yo quedase haciendo en casa, de las personas que venían a verme; si salía sola yo, los recelos, las suposiciones eran todavía más infamantes…

Si le proponía, suplicando, que nos quedásemos en casa juntos, se celaba de mi semblante entristecido, de mi supuesto aburrimiento, de mi labor, de un instante en que, pasando frente a la ventana, me ocurría esparcir la vista hacia fuera… Se celaba, sobre todo, al percibir que mi genio de pájaro, mi buen humor de chiquilla, habían desaparecido, y que muchas tardes, al encender luz, se veía brillar sobre mi tez el rastro húmedo y ardiente del llanto. Privada de mis inocentes distracciones; separada ya de mis amigas, de mi parentela, de mi propia familia, porque Reinaldo interpretaba como ardides de traición el deseo de comunicarme y mirar otras caras que la suya, yo lloraba a menudo, y no correspondía a los transportes de pasión de Reinaldo con el dulce abandono de los primeros tiempos.

Cierto día, después de una de las amargas escenas de costumbre, mi marido me advirtió:

—Flora, yo podré ser un loco, pero no soy un necio. Me ha enajenado tu cariño, y aunque tal vez tú no hubieses pensado en engañarme, en lo sucesivo, sin poderlo remediar, pensarías. Ya nunca más seré para ti el amor. Las golondrinas que se fueron no vuelven. Pero como yo te quiero, por desgracia, más cada día, y te quiero sin tranquilidad, con ansia y fiebre, te advierto que he pensado el modo de que no haya entre nosotros ni cuestiones, ni quimeras, ni lágrimas, y una vez por todas sepas cuál va a ser nuestro porvenir.

Hablando así, me cogió del brazo y me llevó hacia la alcoba.

Yo iba temblando; presentimientos crueles me helaban. Reinaldo abrió el cajón del mueblecito incrustado donde guardaba el tabaco, el reloj, pañuelos, y me enseñó un revólver grande, un arma siniestra.

—Aquí tienes —me dijo— la garantía de que tu vida va a ser en lo sucesivo tranquila y dulce. No volveré a exigirte cuentas ni de cómo empleas tu tiempo, ni de tus amistades, ni de tus distracciones. Libre eres, como el aire libre. Pero el día que yo note algo que me hiera en el alma…, ese día, ¡por mi madre te lo juro!, sin quejas, sin escenas, sin la menor señal de que estoy disgustado, ¡ah, eso no!, me levanto de noche calladamente, cojo el arma, te la aplico a la sien y te despiertas en la eternidad. Ya estás avisada…

Lo que yo estaba era desmayada, sin conocimiento. Fue preciso llamar al médico, por lo que duraba el síncope. Cuando recobré el sentido y recordé, sobrevino la convulsión. Hay que advertir que les tengo un miedo cerval a las armas de fuego; de un casual disparo murió un hermanito mío. Mis ojos, con fijeza alocada, no se apartaban del cajón del mueble que encerraba el revólver.

No podía yo dudar, por el tono y el gesto de Reinaldo, que estaba dispuesto a ejecutar su amenaza, y como, además, sabía la facilidad con que se ofuscaba su imaginación, empecé a darme por muerta. En efecto, Reinaldo, cumpliendo su promesa, me dejaba completamente dueña de mí, sin dirigirme la menor censura, sin mostrar ni en el gesto que se opusiese a ninguno de mis deseos o desaprobase mis actos; pero esto mismo me espantaba, porque indicaba la fuerza y la tirantez de una voluntad que descansa en una resolución…, y víctima de un terror cada día más hondo, permanecía inmóvil, no atreviéndome a dar un paso. Siempre veía el reflejo de acero del cañón del revólver.

De noche, el insomnio me tenía con los ojos abiertos, creyendo percibir sobre la sien el metálico frío de un círculo de hierro; o, si conciliaba el sueño, despertaba sobresaltada, con palpitaciones en que parecía que el corazón iba a salírseme del pecho, porque soñaba que un estampido atroz me deshacía los huesos del cráneo y me volaba el cerebro, estrellándolo contra la pared… Y esto duró cuatro años, cuatro años en que no tuve minuto tranquilo, en que no di un paso sin recelar que ese paso provocase la tragedia.

—Y ¿cómo terminó esa situación tan horrible? —pregunté, para abreviar, porque la veía asfixiarse.

—Terminó… con Reinaldo, que fue despedido por un caballo y se rompió algo dentro, quedando allí mismo difunto. Entonces, sólo entonces, comprendí que le quería aún, y le lloré muy de veras, ¡aunque fue mi verdugo, y verdugo sistemático!

—¿Y recogió usted el revólver para tirarlo por la ventana?

—Verá usted —murmuró ella—. Sucedió una cosa… bastante singular. Mandé al criado de Reinaldo que quitase de mi habitación el revólver, porque yo continuaba viendo en sueños el disparo y sintiendo el frío sobre la sien… Y después de cumplir la orden, el criado vino a decirme:

—Señorita, no había por qué tener miedo… Ese revólver no estaba cargado.

—¿Que no estaba cargado?

—No señora; ni me parece que lo ha estado nunca… Como que el pobre señorito ni llegó a comprar las cápsulas. Si hasta le pregunté, a veces, si quería que me pasase por casa del armero y las trajese, y no me respondió, y luego no se volvió a hablar más del asunto…

—De modo —añadió la cardíaca— que un revólver sin carga me pegó el tiro, no en la cabeza, sino en mitad del corazón, y crea usted que, a pesar del digital y baños y todos los remedios, la bala no perdona…

FIN

Guía de apoyo a la lectura: El revólver, resumen y análisis

Resumen de El revólver de Emilia Pardo Bazán

El cuento El revólver de Emilia Pardo Bazán narra la inquietante historia de una mujer de aproximadamente 35 años, cuya salud está gravemente afectada. La narradora, quien escucha y relata la historia, se encuentra con esta mujer en un balneario. La enferma, visiblemente marcada por un sufrimiento profundo, tanto físico como emocional, decide compartir su trágica experiencia.

La mujer cuenta cómo, a los 19 años, se casó profundamente enamorada de un hombre mayor, Reinaldo, quien tenía 40 años. Al principio, la vida matrimonial fue feliz y llena de alegría. Sin embargo, un año después, Reinaldo comenzó a mostrar un comportamiento celoso y posesivo, sin razón aparente. Estos celos irracionales se manifestaban en cualquier situación, ya sea que ella estuviera en casa sola, acompañada, o si salían juntos. La vigilancia constante y las acusaciones infundadas minaron lentamente la felicidad de la mujer.

Reinaldo, en un acceso de locura, decide imponer una paz forzada y amenazante: un día, después de una violenta escena de celos, le muestra un revólver y le asegura que, si alguna vez sospechara de su infidelidad, la mataría sin previo aviso mientras dormía. Esta amenaza destruye la tranquilidad de la mujer, sumiéndola en un estado de terror constante. A partir de ese momento, la vida de ella se convierte en una pesadilla. Vive con el miedo continuo de que cualquier acción suya, por inocente que sea, pueda desencadenar su muerte a manos de su esposo. Este estado de angustia y ansiedad se prolonga durante cuatro años, durante los cuales la mujer no encuentra paz ni en el día ni en la noche, siempre esperando el temido disparo.

Finalmente, la situación cambia cuando Reinaldo muere repentinamente, debido a una caída del caballo. Aunque la liberación de la amenaza debería haber traído alivio, la mujer descubre que aún lo quería y lo llora sinceramente. La verdadera sorpresa llega cuando, después de la muerte de su esposo, ordena al criado que retire el revólver de la casa. Este le informa que el arma nunca estuvo cargada; Reinaldo jamás compró las balas.

La revelación de que el revólver siempre estuvo descargado añade una capa de ironía trágica a la historia. Aunque la amenaza era vacía, el impacto psicológico fue devastador, afectando gravemente la salud y el bienestar de la mujer. La «bala» metafórica que Reinaldo le disparó, aunque no era real, tuvo un efecto destructivo en su corazón, un daño que persiste más allá de la muerte del esposo. La historia concluye con la mujer, cuya salud sigue deteriorada, reflexionando sobre el dolor y la ironía de su situación.

Personajes de El revólver de Emilia Pardo Bazán

La Mujer (Flora): Flora es la protagonista del cuento. Es una mujer que, a los 19 años, se casa profundamente enamorada de Reinaldo. Su carácter inicial es alegre y vivaz, propio de su juventud. Sin embargo, a lo largo de la historia, Flora se transforma debido al comportamiento celoso y posesivo de su esposo. Esta transformación es marcada y dolorosa; pasa de ser una joven feliz a una mujer debilitada, tanto física como emocionalmente, por el constante miedo a la amenaza de muerte. Su deterioro físico es evidente, con síntomas que incluyen palpitaciones, vértigos y síncopes, reflejando el impacto profundo del abuso psicológico. A través de Flora, Pardo Bazán explora los efectos destructivos del control y la manipulación en una relación abusiva.

Reinaldo: Reinaldo es el esposo de Flora, un hombre que inicialmente parece apasionado y protector, pero cuya personalidad cambia drásticamente después del primer año de matrimonio. A medida que se desarrollan sus celos patológicos, se convierte en un tirano, utilizando el miedo para controlar a su esposa. Reinaldo es un personaje complejo; su amor se transforma en una obsesión destructiva que le lleva a amenazar con matar a Flora si alguna vez sospecha de su infidelidad. Su comportamiento ilustra cómo los celos pueden distorsionar el amor y convertirlo en una fuerza de destrucción y sufrimiento. La muerte de Reinaldo, aunque aparentemente un alivio para Flora, revela la ironía trágica de que su amenaza nunca fue real, ya que el revólver estaba descargado.

La Narradora: La narradora es un personaje crucial para la estructura del cuento. Aunque no se nos da mucha información sobre ella, su papel es fundamental como oyente y transmisora de la historia de Flora. Su empatía y capacidad para escuchar permiten que Flora se abra y cuente su dolorosa experiencia. La narradora actúa como un vínculo entre el lector y la protagonista, proporcionando una perspectiva externa y sensible a la angustia de Flora.

El Criado El criado de Reinaldo es un personaje menor pero significativo. Es él quien finalmente revela la verdad sobre el revólver descargado. Su lealtad a su difunto amo es evidente, pero su papel en la narrativa es crucial al desvelar la última ironía de la historia. Esta revelación no solo ofrece un giro sorprendente, sino que también subraya el nivel de manipulación y control que Reinaldo ejercía sobre Flora, incluso desde más allá de la tumba.

Análisis de El revólver de Emilia Pardo Bazán

En el cuento El revólver Emilia Pardo Bazán profundiza en los oscuros rincones de la psicología humana, explorando temas como el amor, los celos, y el poder destructivo de la manipulación emocional. La historia se desarrolla en un balneario, un espacio que simboliza un lugar de descanso y recuperación, pero que contrasta fuertemente con el estado emocional de la protagonista, Flora. Este escenario permite a la narradora, una visitante del balneario, establecer una conexión con Flora, quien se siente impulsada a compartir su dolorosa historia.

La narración está enmarcada en un diálogo íntimo entre Flora y la narradora, cuya identidad se mantiene en segundo plano para enfatizar el relato de Flora. La narradora actúa más como un catalizador que como un personaje con desarrollo propio, permitiendo que la voz de Flora domine la historia. Este enfoque narrativo hace que el lector se sumerja completamente en la experiencia subjetiva de la protagonista, aumentando la empatía y la comprensión de su sufrimiento.

El principal tema que Pardo Bazán desarrolla en este cuento es el impacto devastador de los celos irracionales y el abuso psicológico en una relación matrimonial. A través de la experiencia de Flora, se muestra cómo el amor puede ser distorsionado por la inseguridad y la posesión, transformándose en una forma de control opresivo. La amenaza constante de violencia, representada por el revólver, se convierte en una metáfora del poder que Reinaldo ejerce sobre Flora, manteniéndola en un estado perpetuo de miedo y ansiedad.

El estilo de escritura de Pardo Bazán es detallado y evocador, utilizando descripciones vívidas para transmitir el deterioro físico y emocional de Flora. La autora emplea un tono melancólico y compasivo, que refleja la gravedad de la situación y la empatía hacia la protagonista. El ritmo de la narración es pausado y reflexivo, permitiendo al lector absorber plenamente la profundidad del sufrimiento de Flora y la ironía trágica de la amenaza vacía del revólver descargado.

Entre las técnicas literarias que Pardo Bazán utiliza, destacan la metáfora y la ironía. El revólver, como símbolo central, representa no solo la amenaza física, sino también el control psicológico que Reinaldo tiene sobre Flora. La ironía final, al revelarse que el arma nunca estuvo cargada, subraya la futilidad del miedo que ha consumido la vida de Flora durante años. Este recurso irónico añade una capa de complejidad a la narrativa, cuestionando la naturaleza del poder y el control en las relaciones humanas.

El contexto histórico y cultural en que fue escrita la obra, la España de principios del siglo XX, influye significativamente en la historia. En esa época, las relaciones de género estaban marcadas por una fuerte desigualdad, y el control masculino sobre las mujeres era socialmente aceptado y a menudo romantizado. Pardo Bazán desafía estas normas al exponer los efectos destructivos de tal control, ofreciendo una crítica incisiva de las dinámicas de poder en el matrimonio.

Comentario general sobre el cuento El revólver de Emilia Pardo Bazán

«El revólver» de Emilia Pardo Bazán es una obra que, a través de su estructura sencilla y su narrativa directa, logra exponer con una claridad devastadora las complejidades de las relaciones humanas marcadas por el abuso emocional y los celos irracionales. El relato no solo se centra en los eventos externos que sufren los personajes, sino que profundiza en las consecuencias internas y psicológicas que estas experiencias tienen sobre la protagonista, Flora. Su transformación de una joven alegre y vivaz a una mujer marcada por el terror constante es una ilustración poderosa del impacto destructivo que una relación abusiva puede tener en una persona.

La elección de un balneario como escenario añade una capa adicional de ironía y contraste, ya que este espacio de recuperación y reposo se convierte en el lugar donde Flora expone las heridas más profundas de su alma. Esta ubicación refuerza la sensación de que, a pesar del entorno aparentemente pacífico, el verdadero tormento se encuentra en la mente y el corazón de la protagonista.

El uso del revólver como símbolo central en la historia es magistral. Representa no solo una amenaza física, sino también el control psicológico que Reinaldo ejerce sobre Flora. La revelación final de que el revólver estaba descargado todo el tiempo sirve como un golpe maestro de ironía trágica, subrayando la impotencia de Flora frente a un miedo que, aunque infundado en términos prácticos, era devastadoramente real en su efecto emocional.

El cuento también es una crítica sutil pero contundente de las normas sociales de la época, en las que el control masculino sobre las mujeres estaba no solo permitido, sino a menudo fomentado. Pardo Bazán, a través de su narrativa, desafía estas normas y pone de relieve los daños profundos y duraderos que pueden resultar de tales dinámicas de poder. La obra, aunque breve, es un llamado a reflexionar sobre la naturaleza del amor y el control, y sobre la necesidad de relaciones basadas en la confianza y el respeto mutuo.

Para que público se recomienda El revólver de Emilia Pardo Bazán

El cuento «El revólver» de Emilia Pardo Bazán es una obra que, debido a sus temas y su tratamiento psicológico, es más adecuada para lectores maduros. La narrativa aborda cuestiones complejas como los celos patológicos, el abuso emocional y los efectos psicológicos del miedo constante, lo que requiere una cierta madurez y capacidad de análisis para comprender plenamente el alcance y las implicaciones de la historia.

Para adolescentes mayores, a partir de los 16 años, el cuento puede ser una lectura apropiada y educativa. A esta edad, los jóvenes suelen estar en una etapa en la que empiezan a explorar y comprender las relaciones interpersonales de manera más profunda. La historia de Flora y Reinaldo puede servir como una herramienta para discutir temas importantes como la dinámica de poder en las relaciones, el impacto del abuso psicológico y la importancia de las relaciones saludables basadas en el respeto y la confianza. Además, la narrativa de Pardo Bazán puede introducir a estos lectores a un estilo literario más sofisticado y a la literatura clásica en español.

Para adultos jóvenes y lectores adultos, «El revólver» ofrece una rica experiencia de lectura que permite una reflexión profunda sobre las dinámicas emocionales y psicológicas en las relaciones humanas. Los adultos pueden apreciar mejor la ironía trágica y las sutilezas del simbolismo utilizado por Pardo Bazán, así como contextualizar la obra dentro de las normas sociales y culturales de la época en que fue escrita. La capacidad de relacionarse con los personajes y las situaciones descritas también es mayor en este grupo de edad, lo que enriquece la comprensión y la empatía hacia la protagonista.

Emilia Pardo Bazán - El revólver
  • Autor: Emilia Pardo Bazán
  • Título: El revólver
  • Publicado en: El fondo del alma, 1907

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