Rubem Fonseca: El otro
Llegaba todos los días a la oficina a las ocho treinta de la mañana. El carro paraba a la puerta del edificio y yo bajaba, andaba diez o quince metros
Llegaba todos los días a la oficina a las ocho treinta de la mañana. El carro paraba a la puerta del edificio y yo bajaba, andaba diez o quince metros
Trabajaba en un diario popular como reportero de casos policiacos. Hacía mucho tiempo que no ocurría en la ciudad un crimen interesante, que involucrara a una rica y linda joven
Quería seguir de frente pero no podía. Me quedaba parado en medio de aquel montón de negros: unos balanceando el pie o la cabeza, otros moviendo los brazos; pero algunos,
Llegué a casa con el portafolios lleno de papeles, informes, estudios, investigaciones, propuestas, contratos. Mi mujer, jugando solitario en la cama, un vaso de güisqui en la mesita de noche,