Julio Cortázar: Una flor amarilla. Resumen y análisis

Resumen de Una flor amarilla

«Una Flor Amarilla» , cuento de Julio Cortázar aparecido en el libro Final del juego (1956), es una inmersión en el existencialismo y en la intrincada trama de la identidad. En un bar parisino, un personaje anónimo comparte con un interlocutor accidental su vivencia extraordinaria, desatando una narrativa que fluye entre lo real y lo imaginario.

El relato sigue a un hombre en la madurez de su vida, retirado ya de sus funciones municipales, quien en un autobús por las calles de París, encuentra a Luc, un niño cuyo rostro es el eco exacto de su propia juventud. Este encuentro es el hilo inicial que teje una secuencia de sucesos y cavilaciones que llevan al hombre a la convicción de que él y el niño son la misma esencia, dispersa en el continuo temporal.

Con esta convicción, el hombre se entreteje en el día a día de Luc, convirtiéndose en un agregado más de su familia. A medida que los días se suceden, descubre paralelismos –incidentes y achaques– que parecen reflejos de su pasado, solidificando la teoría de una vida que se repite en un bucle eterno.

Cortázar teje así una exploración de la inmortalidad y la reiteración existencial, sugerida por la premisa de que cada ser revive su odisea en otro, en un ciclo perpetuo. Nuestro protagonista contempla la mortalidad como un espejismo y ve en cada persona un inmortal en potencia, condenado a revivir su historia sin cesar.

No obstante, la trama toma un giro inesperado con la muerte de Luc, un suceso que desmorona la teoría del hombre. Frente a la posibilidad de ser el único mortal, el único cuyo relato no se reanudará en otro, se sumerge en una crisis existencial. Se balancea entre la dicha de su singularidad y el abismo del no ser que le espera al final de su camino.

En la escena culminante, el hombre, abrumado por sus reflexiones, se halla frente a una flor amarilla, cuya belleza efímera es un reflejo de su propia mortalidad. La belleza y la fugacidad de la flor lo capturan, haciéndolo meditar sobre la mortalidad y el sentido de la existencia dejándolo en una encrucijada de inquietud y búsqueda perpetua.

«Una Flor Amarilla» es un lienzo donde Cortázar desafía nuestra percepción del tiempo y la esencia misma del ser, invitando a una contemplación sobre el ciclo vital y nuestra reconciliación con la muerte. Este cuento no solo narra una historia, sino que también es un espejo ante el cual el lector puede observar las múltiples capas de su propia existencia.

Análisis de Una flor amarilla

El encuentro con lo extraordinario en lo cotidiano es la esencia pulsante de «Una Flor Amarilla». En este viaje literario, Cortázar nos guía a través de una realidad alterada por la posibilidad de lo imposible, explorando la existencia humana con una sensibilidad aguda y una prosa que se balancea delicadamente entre lo real y lo fantástico.

a. Personajes y su Desarrollo:

El protagonista, un hombre retirado de la rutina municipal, nos conduce por su camino desde la monotonía hasta una obsesión con la reencarnación y la inmortalidad. Su transformación es capturada no solo por sus acciones, sino por las emociones y pensamientos íntimos que Cortázar revela con maestría. Por ejemplo, cuando el protagonista descubre en Luc, un joven que conoce por azar, una versión juvenil de sí mismo, es como si mirara en un espejo que refleja no solo su rostro, sino su alma. «Se le parecía de tal manera que casi le dio risa…», nos dice Cortázar, marcando el inicio de una obsesión que desencadena un viaje introspectivo.

Luc, por su parte, actúa como catalizador de este viaje. Su muerte, aunque un susurro en el viento de la narrativa, es el estruendo que desmorona la teoría de reencarnación del protagonista y lo sumerge en una crisis existencial.

b. Ambiente o Escenario:

París, más que un mero telón de fondo, se convierte en un personaje en sí mismo, simbolizando el romance y la historia, así como el misterio y la complejidad de la vida. Es en los espacios más comunes —un autobús, un parque— donde se revela la profundidad de la reflexión existencial, y Cortázar nos muestra cómo el escenario ordinario puede convertirse en el escenario de revelaciones extraordinarias.

c. Narrativa y Estilo de Escritura:

La elección de Cortázar de la narrativa en primera persona nos sumerge en la psique del protagonista, permitiéndonos vivir cada momento de duda y revelación como si fueran nuestros. La prosa, salpicada con elementos fantásticos, construye una atmósfera surrealista, que desafía nuestras percepciones de la realidad y el tiempo, como cuando el protagonista intenta reconstruir la secuencia de eventos que lo vinculan con Luc y encuentra similitudes que trascienden la coincidencia.

d. Temáticas Principales:

El cuento teje habilidosamente los temas de la reencarnación y los ciclos de la vida, utilizando la vida de Luc como un espejo y una repetición de la del protagonista. La identidad y el existencialismo se exploran a través de la crisis de identidad del protagonista, planteando preguntas sobre lo que nos hace únicos. La mortalidad se muestra en su forma más cruda y honesta, con la muerte de Luc y la reflexión sobre la flor amarilla, destacando la efímera existencia de la belleza y la vida.

e. Conclusiones o Lecciones:

«Una Flor Amarilla» nos deja contemplando la naturaleza de la existencia y la búsqueda de propósito. Cortázar no nos ofrece respuestas definitivas, sino un espejo donde nuestras propias búsquedas se reflejan. La obra es un llamado a apreciar la belleza y la singularidad de cada momento, como la flor amarilla, cuya brevedad es directamente proporcional a su impacto.

En «Una Flor Amarilla» Cortázar nos regala una narrativa rica y personajes complejos que usa para sumergirnos en las preguntas fundamentales de la existencia humana. A través de su lente, lo ordinario se convierte en extraordinario, y el ciclo de la vida se revela como algo tan fascinante como inquietante.

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