Mario Benedetti: La vereda alta

Mario Benedetti

Si yo hubiera tenido padre y madre, todo habría sido diferente. Pero mi familia era una abuela materna, y una abuela materna no alcanza para nada. Además, a ésta le faltaban casi todos los dientes y siempre, cuando hablaba, uno creía que iba a escupir el último. Es probable que su odio hacia mí haya … Leer más

Mario Benedetti: Idilio

Mario Benedetti

Sin embargo yo venía pensando en la mujer rubia de la película como todos los sábados cuando después del cine atravesamos el baldío de atrás de la fábrica sí con la luna uno siempre se pone un poco romántico pero no iba a ponerme romántico con Marta claro después de diez años lentos de matrimonio … Leer más

Mario Benedetti: Esta mañana

Mario Benedetti

Lo han arrojado del sueño con la piel estirada, los ojos desmesuradamente abiertos a la luz inmóvil que aletarga el cuarto. Puede reconocerse, sin embargo, nombrarse en alta voz. No bien dice «Jorge», retrocede el hechizo. Entonces le es dado adivinar relativamente lejos su propio pie sosteniendo la sábana, y, más cerca, su mano izquierda, … Leer más

Horacio Quiroga: La gallina degollada

Horacio Quiroga - La gallina degollada

«La gallina degollada» es un cuento de Horacio Quiroga que se publicó por primera vez el 10 de julio de 1909 en la revista Caras y caretas y que luego se recopiló en la colección Cuentos de amor locura y muerte (1917). Narra la historia de Mazzini y Berta, un matrimonio cuyos cuatro primeros hijos sufren un misterioso deterioro en su desarrollo que les provoca graves limitaciones cognitivas. Atrapados entre la desesperación y el amor, los padres se ven sumidos en un ciclo de angustia que se ve temporalmente aliviado con el nacimiento de su quinta hija, Bertita, quien crece sana y vigorosa. Sin embargo, la aparente normalidad de la familia es solo una fachada y un evento trágico revela las profundas fracturas que perviven en su seno. Un cuento clásico con un final perturbador.

Mario Benedetti: Como un ladrón

Mario Benedetti

Yo vivía relativamente cómodo, acaso porque no se me había ocurrido creer en Dios. Ahora sé que muy pocos están en condiciones de aceptar esto que de tan sencillo es casi estúpido. Los más se imaginan que cada uno tiene la obligación de nacer con su pequeño dios. También se tiene el deber de nacer … Leer más