Nicomedes Guzmán: La ternura
¡HOJALATERIA qué componeee… le!… Rengueando, rengueando, el viejecillo voceaba cansadamente, mirando a todos lados, deseoso de que una seña humana cualquiera le indicara la posibilidad de alguna pequeña ganancia. El
¡HOJALATERIA qué componeee… le!… Rengueando, rengueando, el viejecillo voceaba cansadamente, mirando a todos lados, deseoso de que una seña humana cualquiera le indicara la posibilidad de alguna pequeña ganancia. El
HABIA SIDO UNA noche de amargura, de sobresaltos y de obscuros sentimientos humedecidos por lágrimas trituradas a recio diente de corazón. Fue como un agitado rielar sobre una línea marítima
TODO un mundo de estrellas constelaba mi cabeza en los momentos en que comencé a penetrar en mi pobre barrio. Mi pobre y admirable barrio. Caserío sin buenas luces, pero
¡ELVIRA! Sentado al borde del desordenado lecho, las manos rudas, huesosas, sobre las rodillas, el hombre habló apenas, temblequeantes los labios que parecían esmerarse en guardar la orfandad de las
Hacia donde se mire—todos lo sabemos— siempre hay algo que atraviesa tormentosamente el aire. El aire es como la vida misma: existe en la razón conmovida de sus más profundos