Manuel Rojas: Nochebuena en Santiago
Mi nombre es Augusto, aunque mis parientes y amigos me llamen Tito, diminutivo que no sé si se debe al cariño que me tienen o a la apreciación de mi
Mi nombre es Augusto, aunque mis parientes y amigos me llamen Tito, diminutivo que no sé si se debe al cariño que me tienen o a la apreciación de mi
¡HOJALATERIA qué componeee… le!… Rengueando, rengueando, el viejecillo voceaba cansadamente, mirando a todos lados, deseoso de que una seña humana cualquiera le indicara la posibilidad de alguna pequeña ganancia. El
—¿Le sobra a usted un franco, madame? Así fue como empezó. Michèle bajó la vista por encima de las cajas y bolsas de plástico que llevaba en brazos y miró al
Hacía un frío espantoso. Nevaba y comenzaba a oscurecer. Era el último día del año, la víspera de Año Nuevo. En medio de este frío y de esta oscuridad. una
—¡La Nochebuena! ¡Ah la Nochebuena! Jamás celebraré yo la Nochebuena… Y Enrique Templier decía esto con una voz tan furiosa como si se le propusiera una infamia. Los otros, riendo,
¿Qué hay que escribir? —preguntó Egor, mojando la pluma en la tinta. Hacía ya cuatro años que Vasilisa no había visto a su hija Efimia. Esta, después de la boda