Dan Simmons: Todos los hijos de Drácula. Resumen y análisis
En Todos los hijos de Drácula (All Dracula’s Children), Harold Winston Palmer, un ejecutivo estadounidense, forma parte de una delegación internacional enviada a Rumanía poco después de la caída del régimen de Ceaușescu. Acompañados por el funcionario local Radu Fortuna, viajan por un país devastado por décadas de represión, pobreza y negligencia estatal. Durante su recorrido por hospitales, pueblos contaminados y orfanatos desbordados, los visitantes se enfrentan a escenas atroces: niños enfermos de sida, condiciones de vida inhumanas y residuos de una política brutal. La narración, en apariencia sobria y racional, se va cargando de tensión simbólica hasta revelar una dimensión más oscura. Fortuna y Palmer pertenecen a una antigua «familia» vampírica que ha sobrevivido adaptándose a nuevas formas de poder. Al final del viaje, Palmer visita en Sighisoara al mítico Drácula, ahora un anciano moribundo y decrépito, enfermo de sida, a quien reconoce como su «padre». Sin sorpresa ni rechazo, se despide de él y luego concreta la compra de varias industrias locales, sellando así su papel dentro de una red que continúa operando en silencio, mientras el antiguo patriarca se apaga en su lecho de muerte.