Jean Paul Sartre: La cámara
La señora Darbedat tenía un “rahat-loukoum”[1] entre los dedos. Lo aproximó a sus labios con precaución y retuvo la respiración por temor de que se volase con su aliento el fino polvo de azúcar con que estaba salpicado: “Es de rosa”, se dijo. Mordió bruscamente en esa carne vidriosa y un perfume corrompido le llenó … Leer más