Andrés Caicedo: El ideal
De todos modos, nadie sonreía. Se paraban innumerables veces y movían lentamente las piernas en un punto fijo. Era una marcha triste, vacía. La lluvia les recordaba que tenían que continuar, que había que seguir adelante, que era un pecado detenerse. Le obedecían a la lluvia. Volteaban a mirar aquel lugar por última vez y … Leer más