Nicomedes Guzmán: Aún quedan madreselvas
¡ELVIRA! Sentado al borde del desordenado lecho, las manos rudas, huesosas, sobre las rodillas, el hombre habló apenas, temblequeantes los labios que parecían esmerarse en guardar la orfandad de las encías desdentadas. Tenía los ojos hundidos, brillantes de una expresión tierna, dulce, piadosa; expresión que esos labios no osarían decir. Pasó un rato. Había en … Leer más