Roald Dahl: La máquina del sonido
Al atardecer de un tibio día de verano, Klausner salió rápidamente de su casa y, por el pasillo lateral que la circundaba, fue hacia el jardín del fondo, dirigiéndose a un cobertizo de madera. Entró y cerró la puerta tras sí. La cabaña estaba formada por una sola habitación sin pintar. Contra una de las …